La persiana

La persiana desciende lenta y pesada, hasta que un “clang” seco resuena en el suelo. Es el ruido de todos los días; un ruido oído miles de veces; un ruido que marca la pausa para comer, o el fin de la jornada. Un ruido que, sin embargo, esta vez ha sonado distinto. Es viernes, pero María no siente la alegría íntima del fin de semana inminente. En la calle, junto a ella, otros vecinos están cerrando sus tiendas. Se miran unos a otros y se despiden tímidamente, deseándose suerte.

-¡Nos vemos en dos semanas! – grita la vecina. Es joven y agradable. No hará un año que abrió su negocio. Una tienda ecológica puesta con estilo y buen gusto. María ha llevado infusiones alguna vez.

Viven y trabajan en un barrio; es gente mayor y están acostumbrados a ello: a echar la parlada; a matar la mañana entre compra y compra, lejos de ordenadores y centros comerciales. De esos centros que se visten con los trapos hechos por los desgraciados a los que ahora culpamos. Miseria de dos mundos que se dan la mano.
“Qué putada; ahora que parecía que la tienda quería arrancar... Que era una gripe, decían. Pero aquéllas ciudades desiertas...qué mal rollo daban. A ver ahora con las niñas, sin ir a clase. Que no las afecte esto mucho, que hay que andarse con pies de plomo…”
A las puertas del colegio, los padres se miran incrédulos; alguno con media sonrisa en la cara intenta hacerse el gracioso:

-Anda, que buenas vacaciones os vienen. No os quejaréis. “Sí; menudas vacaciones. A ver cómo organizo lo que se me viene encima...en buena hora me dejé convencer por estas dos para acoger a la perra…”

23 de marzo.-

Bip-bip. El móvil avisando de otra factura. Y van tres. Género encargado el otoño pasado. “Estos no se cortan un pelo; con la que está cayendo. ; "¿quién iba a imaginarse esto de aquéllas? ¿Y ahora qué hago? ¿cómo narices vendo con la tienda cerrada? Mañana mismo hablo con los fabricantes, a ver qué opciones me dan, porque tú me dirás.”
- ¡Hala, Juani, vamos a la calle! No te vayas a cagar en el pasillo otra vez, marrana. 

La perrilla es joven, seis meses, y aunque al principio estaba asustada, se ha ido haciendo muy bien a María y las niñas. En el ascensor sus miradas se cruzan: -Qué voy a hacer contigo, dime. Con los mimos que nos damos mutuamente tú y yo, ¿eh? La perra se revuelca en el césped. Es un piso de extrarradio; a falta de tiendas, buenos son parques. “Ni tan mal sacar a la perra, oye, aunque sean diez minutos”; y las niñas en casa con el teléfono sobre la mesa por si surge una emergencia. “Mira que no poder bajar con ellas; mal solas y mal conmigo en la calle; pero no; mejor así. Creo".
- Vamos, Juani, hazlo ya, no me dejes el pastel en casa que es lo que me faltaba.
La perra está nerviosa, todo es nuevo para ella; y a perros y dueños nos vienen las ganan cuando nos vienen, que esto no es decir ahora y ya. Pero bueno, mira tú por dónde, al final parece que se anima la perra. Bolsita y a la basura. Y corriendo a casa.Aunque no ha sido ni cuarto de hora, María sube nerviosa; no se ha podido quitar de la cabeza a las niñas. Eso de dejarlas solas lo lleva fatal. Y ellas, al ver a su madre con la perra, cambian la mirada de intranquilidad por otra de alegría contenida.
- ¡Venga, recoged los trastos que hoy cenamos pizza!
- ¿En serio?, dice la mayor - ¡Bieeen! - ¿La hacemos juntas, mamá?
-Las tres juntas, Lú. Y a Juani un cachito, por buena.

28 de marzo.

Esto se pone feo. Va para largo la cosa. Los fabricantes: que te aplazamos el cobro uno o dos meses, pero de descuentos, ni oír hablar quieren. Que ellos están en las mismas, dicen. “Sí; esto nos afecta a todos, de acuerdo; pero no va a ser igual navegar en barca que en transatlántico, vamos, digo yo.”

2 de abril.

-¡Felicidades Abuela! . Cien años, y ahí está la moza; desorientada, pero contenta de ver a las nietas por Skype. En la Residencia lo están dando todo, pero claro, estar todo el día encerrada con la compañera en la misma habitación acaba con la paciencia de la más pintada. A María la ahoga la emoción, así que pasa el móvil a las niñas:
-Venga, felicitad a la Bisa; no es de vergüenza, que en casa no cerráis boca.
“Venga, abuela; cuando pase todo esto lo celebramos. Ahora, paciencia. Y encima, las de la Residencia te han hecho un regalo y una fiesta. Para que digas. Ahí las veo posando a tu lado, mascarillas y guantes en ristre echando el resto. A mal tiempo buena cara. Nos vemos pronto y lo celebramos; Te lo prometo, abuela."

5 de abril.

En la tele dicen que la curva de infectados está bajando. “A ver si es verdad” Y que habrá otro pico en octubre; “lo que faltaba”. Los presentadores canturrean cifras de muertos como niños de San Ildefonso macabros: ancianos abandonados; médicos caídos; sanitarios sin batas. Caos.

Mañana...


Y que qué va a ser ahora de la economía, pontifican. Que sería mejor aislar a los viejos y volver a nuestros trabajos, continúan.“Sí claro; y que se ahoguen en su pena y su mierda; Que se mueran sin rechistar. A mí me van a venir ahora con lecciones de economía, esos imbéciles. 
Con mi negocio. 
Con mis hijas. 
Con nuestras vidas.

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